expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

viernes, 4 de septiembre de 2015

¿Qué tal 'Sole'?

Me encanta sentirme afortunada teniendo poco pero es que, a veces, solo a veces, me siento la chica con la peor suerte del mundo -suponiendo que existe. Supongo que todos necesitamos un bajón para recordar que no estamos tan mal. Soy feliz. Sí. Mi pasatiempo favorito es volar de hemisferio a hemisferio imaginando una vida repleta de éxitos y grandes dichas de las que hablar cuando sea viejecita, o pensar que hay un más allá que no está aquí y vivir pensando en que en otra vida podré arreglar mis errores y ser plenamente feliz sin comerme la felicidad de nadie; sin pisotearla. Porque la verdad, muchos pensáis que la vida como mejor se vive es pasando de todo y haciendo lo que queréis en el momento que queréis y no... No os engañéis. Sin los malos momentos los buenos solo serían 'momentos del montón' como comerte un helado en una tarde de verano o como ver la televisión una noche de domingo.Y no, nadie quiere pasar su vida comiendo helado y viendo la televisión por mucho que todos, necesitemos algún día así para encerrarnos en nuestra soledad y beber un poco con ella, que a veces dice que se siente sola, qué paradoja, ¿no? Yo hace tiempo que hablé con ella, con la soledad, y me dijo que no quería hablar, que no lo necesitaba, que estaba bien así, sola. Pero no, yo sabía que no. Que incluso la soledad, a veces necesita desahogarse, y llorar, y comer helado viendo la televisión. Que la soledad también es un talento.

viernes, 26 de junio de 2015

Permíteme, al menos, llorar juntos.

     Sé que no te gusta que llore, que me pongo fea y que te enfadas si lo hago delante de ti. Pero es tan bonito... sí, llorar. Llorar es bonito cuando lo haces mirando una vieja foto de un pasado que no volverá, que no quieres que vuelva, pero que al pensar en todo lo vivido... algo te remueve por dentro. Es bonito llorar con tu película favorita, con esa serie que se acaba y que tanto te hacía reír, con esa foto del concierto más increíble del mundo -Rayden esto va por ti-; llorar es bonito también cuando tus padres te dicen cosas bonitas que jamás pensarías oír de su boca a parte del 'ten cuidaito', llorar es bonito cuando te caes. Sí, esa mezcla entre risa y llanto en ese momento en el que no sabes si quedarte tumbada en el suelo para no volver a caerte o levantarte e intentar aprender para no volver a tropezar. Yo soy más de la segunda opción, de ir contra corriente.
     Llorar es bonito cuando escuchas tu canción favorita en bucle y esta peligra en mi boca por destrozarla. Pero cómo hago yo para quitarla de mi mente si eres tú el que la firma en cada verso -y en cada beso también-. Cómo hago para no taladrarle la cabeza a los vecinos con cualquier estribillo pegadizo que lleva tu nombre por bandera, cómo hago para quitarle la importancia que realmente tiene a cinco frases -y letras que tiene tu nombre- que duermen conmigo cada noche y hacen de almohada cuando tú no estás. La música cobró sentido desde el minuto uno en que comencé a formar parte de ti, desde aquel día en que las promesas comenzaron a ser verdad y los sueños por fin se cumplían, justo a tiempo.
     Llorar es bonito cuando lees el mejor poema, ese que te recuerda a esa persona especial -a ti-, 'poemas de amor en ediciones de bolsillo' que lees, relees y vuelves a leer y caes en la cuenta -cuenca de sus ojos- de que si le das la vuelta al poema sigue siendo precioso porque tiene un no se qué que qué se yo que te recuerda a él. Te fijas en todos los detalles de ese poema que un día odiabas y que ahora amas; hasta los puntos te recuerdan algo de él, como sus pupilas, mirándote fijamente y diciendo 'compórtate, ¿no? Que ya eres mayorcita' entre risas y carcajadas que se comen a besos después de diez segundos de interminables cosquillas. Cada palabra, cada verso, cada estrofa y ese punto final que no quieres que llegue nunca, hace que pases por mi mente como una estrella fugaz, que pervive desde un septiembre hasta un para siempre en mi cabeza.
     Llorar es bonito cuando estás enamorado y ves el mejor de los paisajes y te das cuenta de que no, que no te gusta. Que Roma -AMOR- a tu lado es insignificante. Que Venecia, París, NY y otros tópicos del romanticismo son simples paraísos a los cuales no tienes nada que envidiar. Que si uno tus lunares se forma las más bonita constelación jamás observada por la vida humana y qué bonito poder presumir de ser tu mesa, tu musa y tu misa -que no sumisa- y poder decir que el mejor paisaje lo tengo yo, delante de mí, con dos lunas por ojos... ¿Y qué cielo sin lluvia tiene dos lunas a no ser mi favorito?