expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

domingo, 15 de enero de 2012

Del amor al odio hay un paso... o incluso menos.

Me he hecho fuerte. De tantas veces que he caido, ya apenas me duelen los golpes. De tantas veces que me han mentido, ya no diferencio la sinceridad, ni siquiera de cada una de mis palabras. Ahora mismo puedo estar diciendo la verdad o fingiendo que tengo una barrera en mi corazón & que ya nada me puede parar, cuando en realidad soy lo más vulnerable de por aquí. Me considero una persona fuerte, & no por fardar, sino por lo que por desgracia, he tenido que vivir a lo largo de mi corta vida. Ya no siento dolor ante nada ni ante nadie. Ahora eres tú el mayor de mis miedos, de mis pesadillas. Temo que me mires, que me sonrías, que me empujes contra ti tan fuerte que nos unamos en una sola persona. & no, no quiero enamorarme, porque hace daño. Me prometí que no volvería a caer & otra vez estoy aquí, escribiendo sobre una vida que no os importa & creyendo que Lazaro se quedará para siempre así, iluminando nuestros caminos; diferentes. Ni mil toneladas podrían retenerme ahora. No me importan tus palabras, no me importan tus miradas, no me importa lo que pienses, no me importa tu indiferencia, no me importa que no te importe, porque ya, no me importas. Tu presencia carece totalmente de un significado sentimental hacia mí. Puedo odiarte, puedo olvidarte, puedo quererte, pero créeme que lo que mejor se me da es ignorarte. Hacerte el vacío. Hacer que no existas. Perderte de vista. Darte la espalda. Hacerte creer que me duele hasta que pienses que no eres nada. Se me da tan bien que me lo he creído hasta yo. Te he querido tanto que me he hecho daño, pero he conseguido convertirlo en indiferencia. & aquí estamos, tú, & yo, como si nada hubiera pasado. Pues la lluvia, para bien o para mal, siempre es bonita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario