Llegó el sol caliente y frío. Las horas se iban y con cada una de ellas se fue una sonrisa mía. Tanto tiempo pasó que las paredes de mi habitación se convirtieron en recuerdos y la luna tardaba en llegar. Tan sólo quise dejar de ser yo por unos instantes y volar, alto, tanto, que mi cielo fuese tu sonrisa y mi sol su luz. Deseaba que la luna asomara con su blanca capa para poder suplicarle que te quedes aquí. Tan sólo desee que las flores trajesen un poco de color a esta aflicción que llevo entre pecho y espalda desde que te fuiste. Qué paradoja, te fuiste. Tan sólo conseguiste que este iglú fuera mas frío que el peor de los inviernos.
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